jueves, 11 de julio de 2013

REUNN DE VOCES®

Revista literaria virtual Nº 14




Editorial

¿Dónde van nuestros pensamientos cuando nuestros ojos se pierden en el hechizo de un vaivén interminable? ¿Dónde puerto y dónde viaje? ¿Por qué saben a mar nuestras tristezas? Ese canto infinito nos atrapa en su sombra de barcos y sirenas.
Espejo temperamental de voz ronca y arrulladora que mece nuestros sueños y nosotros, pequeños marineros que nos entregamos a su caricia de espuma, a su orilla de oro, a la sagrada sal de su enigma.
Libre y aventurero en los pies de los pescadores, en la huella sola que se aleja sin rumbo. Abrasador y sediento ante el naufragio.
Inspirador cuando ponemos proa rumbo a su magia y nos derramamos como una ola sobre la playa de la poesía.

                                                                        Gabriela Delgado



EL MAR

Los clásicos



 El mar

NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

                                       Pablo Neruda (Chile)







Frente al mar
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
                             
Alfonsina Storni (Argentina)









Inicial

Y niño aun vi que era el mar el mismo
que miré sin mirar cuando tenía
sobre mis ojos aquel sueño vivo.

Hasta la orilla donde el mar espera
caminé jubiloso una mañana
para llenarme de su azul potencia.

Y deslumbrado vi el mar inmenso
naciendo para mí en el empuje
de su marea, su volcado cielo.

Estaba frente a mí y yo miraba
su rostro esplendoroso donde el tiempo
marcó en rápidos surcos su mudanza.

Ya nunca más se me borró la imagen
de esa vibrante fuerza que llegaba
tan dócil a mis pies, tan clara a darme
la inicial dimensión de su comarca.

                        Gloria Vega de Alba  (Uruguay)



Los mares

El mar. Chasquido breve,
muerte de adolescencia
sobre la arena tibia.
Playa.

El mar. Ámbito exacto:
allí acaba, aquí empieza,
aquí estoy yo, allí ella.
Ausencia.

El mar. Embate plano
contra rocas tajadas.
Escribe blanca espuma
en el cantil su acróstico.
Se lo descifra el viento.
Secreto.

El mar. Sal en los labios
que beso, y esa gota
que va rodando, ajena,
por mejilla sin llanto.
La sal y el agua
en el amor y en el aire.

El mar. Las rastrojeras
ardidas.
Un chopo solo y quieto.
Esqueléticos galgos
buscan agua en un cauce
seco.

                    Pedro Salinas (España)












 Alegría del mar

¡Alegría del mar! ¡Alegría del mar! ¡Alegría del mar!
Mis ojos van a estallar de júbilo!
¡Todo está empapado y agrio de espumas y de sales,
yo  voy sobre la proa profunda de peligros!
Los vientos se castigan ágiles y furiosos.
Las olas se levantan, enloquecidas, ebrias.
Rugen en el océano las entrañas amargas.

¡Ah, Libertad, palpitante, delirante, febriciente, trágica, infinita alegría de la fuerza libre!
¡Mi corazón, mira!
¡La ola golpea contra el límite!
¡El viento golpea contra el límite!

¡El mar entero y vasto golpea contra el límite!
Corazón  mío, danza sobre la nave.
¡Llora y grita, ríe y canta!

Yo aguardo el instante del prodigioso escollo
donde se estrellarán las viejas tablas. 
¡Ay, cuando mi cuerpo blanco, extenso y luminoso
vaya en las grandes olas a la orilla divina
hacía lo  inesperado de un destino más alto!

                                      Carlos Sabat Ercasty (Uruguay)


Eso niño del mar

Eso niño del mar juega con las olas
las empuja las suelta las vuelve remolino gaviota horizonte
las disfraza de arena
se esconde entre las piedras

cada día espera que asome aquel niño que vive de lo triste
aparece en el fondo de la pala vigila si la espuma escurre con la
         arena

y el niño juega con las olas

eso niño del mar

                                       Adolfo Zutel (Argentina)











Pluma abierta


Ondulas y escarceas
      tu cuerpo inmenso y soberano,
      tu cuerpo trasparente
      y sin embargo impenetrable...

      Me meces y me agredes
      con todo el enigma de tus aguas
      distintas y distantes
      y sin embargo tan cercanas
      que me llaman por mi nombre:
      “Baja, sumérgete en el cristal
      de mi cuerpo cambiante,
      ven a ver mis delfines
      y mis tiernos hipocampos,
      baila con mis pulpos y mis estrellas,
      abraza el profundo silencio
      de mis simas y mis rocas”.

      Y desde este alta mar
      que besa tu cuerpo hoy calmo
      yo dudo de continuo
      entre la tierra que me atrapa,
      el aire que me lleva,
      y el agua que me llama.

      Te digo: “espérame,
      dile a tus peces y a tus algas,
      a tus misterios insondables,
      a tus enigmas manifiestos,
      que estoy preparando mi camino
      para el último buceo”.

      Y una brisa suave y vaporosa
      acaricia tenue mis mejillas...

                                         Luis E. Prieto (España)





 Entrega de mar

¡Qué pesadumbre!
La noche enarbola
suicidios de mar
en la arena fría y callada.
Ruge un tigre de espuma
que, en rollos de aire y fuerza,
abandona secretos en la orilla
y moja…moja,
mientras explotan burbujas
que liberan su dolor
antes de morir en sus bordes.

                                             Laura Beatriz Chiesa (Argentina)



 Extranjero del mar

Extranjero del mar.
mi corazón delira
en el blanco papel como si espuma.

Adorador salar
presiento que el alba
allá lejos es sólo antigua bruma.

Tu verdor hoy lejano
es un sitio de amor
Hambriento de mojadas y claras lunas.

¿Por qué yo no, allí?
¿Qué me ata al río?
¿Qué me impide navegar con tus musas?

Ya mucha tristeza
-ahora veterana-
agravia con sus años una suma.

Es la de no haber
amado sirenas,
veleros, islas, huracanes, dunas.

Cuento mi soledad
cuando todo es poco.
El extranjero mar es una excusa.

                                   Alejandro Mauriño (Argentina)









VI. Marea alta


Gota a gota el aire se vuelve invisible
y así
frente al mar
frente a frente
siempre inmóvil
ciudad de espejos
ciudad de sombras que
desaparecen
y en un suspiro
el frío
el pasado
y en un suspiro
el olvido
solamente
recordará nuestros huesos. Punto
y aparte.

Frente al mar
todos somos alfonsinas.

                            Emmanuel Taub (Argentina)








Villa Gesell
               Estampa poética


El mar
se posa con estrépito
en una playa solitaria
sobre el cruce
de la larga caminata
un pescador
limpia su pesca del día.

En una tabla
agonizan peces plateados
y corvinas resplandecientes

A pesar del viento
y de la arena que castiga
unas gaviotas
intentan llevarse
pedazos de rojas entrañas
que el pescador
les convida muy cerca suyo

En esa inmensidad y en el frío
las gaviotas y el pescador
se acompañan.
La soledad es más llevadera.

                              Roberto Romeo Di Vita (Argentina)



 Puerto Madryn 

Arremangarse los vaqueros
que descalza
la playa se amolda
a los pies;
el mar es intratable
en la extensión fría, pero la arena
húmeda recibe
Resta un tramo de caminata
hasta los barcitos de la costa
y el mediodía invade el aire
con el olor a pescado
frito, fresco
La bajada trae
el alerta, el imprevisto
moverse de los cangrejos
y ráfagas heladas, impensables
para dormitar el cansancio;
anárquicas levantan
en la sequedad de los médanos
restellantes remolinos
Mientras encuentre plácida
esas andanadas
-se dice como quien
se mide en lo externo-
la carne no será crepuscular
La caparazón de un erizo
frágil pero intacto
toca en su bolsillo,
una mesa afuera busca, dispuesta
a la intransigencia con el viento,
servilletas para escribir
o entrar a espiraladas sensaciones
Pero todavía, no se ha ganado
ese instante de compensación
punzante o maravilloso
que traspasa la simpleza;
nada aún sino el foco
sobre algunas acciones mínimas,
accesos que tientan
rugosos paralelos
Sólo el movimiento que ablanda
y desmarca
y deja que llegue
lo real, el mediotono inoculador
de la caminata y el día,
la escalera solar por donde reptan
sus animales nocturnos
Nada sino el tiempo sorbido
en los olores
en la erosión tangible de la playa;
nada excepto el momento
en que las cosas suceden.
                                          Alicia Genovese  (Argentina)







La vida era agua

De la playa observaba las olas
Estirarse al subir la marea
Como piel oceánica cubriendo la arena
Filtrándose en ella
¡Cómo llenas de espumas fútiles
cómo fundes las livianas huellas
borrando los sueños plasmados en ellas¡

Y pensé que la vida era agua
Que movía sin son la marea
Que al llegar a la playa dormida quisiera
Descansar de ese mar que la lleva
Y quedarse varada en la orilla
Convirtiéndose en ola de seda
Recreando sus sueños de soles
Nubes blancas y luna y estrellas.
Para al fin acabar tristemente
Derrotada cual ola en la roca.
Despiadada e impávida piedra.

                                        Lucia Vilches Moya (España)